diciembre 15, 2025
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La fuerza mística que une cuerpo, música y espíritu.

En un mundo de música electrónica impulsado por la energía, la intensidad y el movimiento constante, Kristen Knight emerge como una fuerza que combina lo terrenal con lo sagrado. Radicada en Miami y con raíces profundamente cubanas, esta DJ, cantante, compositora y productora ha convertido la música en un puente entre el cuerpo, el espíritu y la memoria ancestral.

Lo que comenzó como un viaje desde la danza evolucionó hacia un llamado sonoro más profundo, donde cada ritmo se convierte en ceremonia y cada set en un portal. Kristen no solo hace vibrar la pista de baile: la consagra. Su sonido —una poderosa fusión de house melódico y tribal con matices místicos— une lo moderno con lo ancestral, lo sensual con lo espiritual, los beats electrónicos con un alma ceremonial.

Hoy, su voz fluye también en español, reclamando sus raíces, honrando la energía del divino femenino y ofreciendo canciones como oraciones en movimiento. En cada actuación, Kristen Knight nos invita a un ritual de ritmo, fuerza y despertar, donde la pista se transforma en templo y la música en camino.

Bienvenidos a la evolución de una artista que no solo crea beats: crea transformación.


Tu viaje artístico comenzó en la danza, muy conectada al ritmo y al movimiento. ¿Cómo moldeó esa etapa a la productora y DJ que eres hoy?

La danza ha moldeado cada faceta de mi vida. Al principio fue un reto que quise conquistar, pero después se convirtió en una herramienta de transformación, expresión y sanación.

De niña, mi madre tenía varias escuelas de danza. Mis días transcurrían allí hasta tarde, y, al principio, lo detestaba. Con mi ADHD me costaba seguir las coreografías y mantener la atención como las demás niñas. Terminé siendo apartada, obligada a ver horas y horas de clases desde una ventanita en la oficina mientras mi madre trabajaba.

Me rebelé, me volví gótica, escuchaba metal a todo volumen. Después de una adolescencia oscura, comencé a bailar para perder peso, y cuando realmente me comprometí, tuve una revelación: “Ah… para esto es la vida.” Y se volvió una adicción.

La danza influye en cómo camino, cómo hablo, cómo me visto y cómo escucho música. Sigo bailando, especialmente hoy.

Vienes de una familia cubana: el ritmo literalmente forma parte de tu ADN. ¿Cómo siguen influyendo tus raíces en tu sonido y en tu energía en el escenario?

Crecí en Hialeah, en un complejo de viviendas donde la comunidad latina era enorme.
Estaba rodeada de música cubana y estadounidense a todas horas.

La música latina —especialmente la salsa— me provoca una nostalgia inmensa por la época en la que vivía con mi abuela. Ella escuchaba discos antiguos de Benny Moré, Celia Cruz, Willie Colón, Johnny Pacheco… y muchos más.

Me encanta escuchar esos elementos hoy dentro del house, sobre todo cuando aparecen rezos afrocubanos. En el escenario canalizo ese pulso crudo del sonido caribeño mezclado con beats house.

Has descrito el DJ booth como un altar. ¿Qué representa ese espacio sagrado dentro del mundo de la música electrónica?

Bienvenidos a la iglesia, jeje. Para mí, la cabina es uno de mis muchos altares. Recuerdo una noche, hace años, en la que algo dejó de llenarme. Me pregunté: “¿Cómo puedo darle a este espacio un propósito mayor?”

Tuve la idea de usar la cabina como herramienta para expandir felicidad hacia la pista. Así que, si estás en uno de mis sets, estás siendo bendecido. Mientras la música suena, puedes estar escuchando oraciones por tu vida, por el agua, por la paz en la Tierra… y también te llevarás unos buenos beats de house.

No se trata solo de poner música; se trata de sostener un espacio, canalizar emoción y guiar a las personas en un viaje común.

Tu evolución artística está vinculada a tu camino espiritual. ¿Cómo se manifiesta ahora esa transformación interior en tu música?

Mi música se ha convertido en la manifestación directa de mi proceso de sanación. Durante muchos años estuve llena de ira, pero hoy creo desde un lugar de intención y crecimiento.

Mi trabajo interior —ceremonias, terapia y oración— me ha enseñado a escuchar desde un lugar más profundo de mi subconsciente, a conectarme con la energía divina de la creatividad.

Llevo 13 años en este camino que llamamos El Camino Rojo, la senda del propósito. La música es el mayor facilitador de sanación y aprendizaje: vamos por la comunidad y la sanación, pero es la música el gran conector.

Fusionas house tribal y melódico con música medicina y elementos ceremoniales. ¿Cuándo descubriste que tu arte también era una herramienta para sanar?

Lo descubrí cuando comenzó a sanarme a mí. Escribir y crear música se convirtió en medicina antes de que yo entendiera que lo era. Al cantar en ceremonias y temazcales no solo sané mi palabra, también encontré nuevas capas de mi voz y de mí misma.

Incorporar eso en mi música y compartirlo es mi mayor propósito.

Ahora cantas en español y abrazas tu herencia desde la voz. ¿Qué te inspiró a dar ese paso y qué despierta en ti expresarte en español?

He cantado cantos medicina en español en ceremonias durante muchos años, pero siempre dudé en hacerlo públicamente. Durante mucho tiempo sentía que era algo sagrado que debía proteger, reservado para el espacio ceremonial.

Luego entendí que parte de mi propósito es tender un puente entre esos mundos. Cantar en español me conecta con mis raíces y mis ancestros. Despierta algo antiguo, poderoso y profundamente personal.

Tu sonido combina elementos profundos, tribales y místicos con una fuerza cruda y sensual. ¿Cómo equilibras lo sagrado y lo sensual en la pista?

Todo es cuestión de intención. En la pista, dejo que la música y la energía del público me guíen. Mi música no siempre es profunda: a veces es fuerte, divertida, otras más introspectiva, pero casi siempre con esencia tribal latina.

La música electrónica vive un renacimiento espiritual donde los sonidos ancestrales están resurgiendo. ¿Cómo ves la influencia del ritual y la ceremonia en la cultura de club actual?

Me encanta esta pregunta. Primero, quiero recalcar la importancia de estar informados sobre el origen de estas oraciones y cantos.
Si alguien se inspira para usar música ritual o ceremonial, espero que aprenda sobre las tribus, linajes, lenguas y creencias detrás de esas voces. La apreciación es hermosa; la apropiación no.

A veces estoy en la pista y escucho canciones sagradas y me pregunto si el productor sabe realmente lo que ha sampleado. Pero también agradezco que la pista tenga la oportunidad de escucharlas.

Espero que el ritual y la ceremonia en los clubs devuelvan a la escena su propósito original: conectar, liberar, trascender. Mucho antes de las modas y la imagen, se trataba de comunidad y sonido. Cuando la gente baila con conciencia y respeto, la pista se convierte en una ceremonia colectiva. Cuídense los unos a los otros ahí fuera.

La energía del divino femenino está muy presente en tu música. ¿Qué papel juega el poder femenino en tu proceso creativo y en tu visión artística?

Dios es mujer y la pista de baile es su templo. En ese templo, ella no predica: ella crea música.

Siempre he sido una gran defensora de las mujeres en la escena electrónica. Cuando empecé, ni siquiera sabía que “ser mujer DJ” era un tema.

Recuerdo que, pinchando en centros comerciales y restaurantes, niñas pequeñas se acercaban sorprendidas:
“¿Las chicas también pueden ser DJs?”
Por supuesto que sí.

Tengo una hija de 11 años. Me ha visto transformarme con los años. Hago esto por la mujer divina en la que un día se convertirá. Si solo la inspiro a ser valiente en su creatividad, habré hecho lo suficiente.

Amo ser mujer. En esta industria dominada por hombres, las mujeres merecen ser celebradas. Eso me impulsa a seguir creando, participando, rompiendo techos de cristal y soñando con ver más mujeres en los carteles de Ibiza. Esta energía y mi expresión creativa son mi ofrenda al divino femenino.

Si pudieras dejar una intención o una oración final a través de tu música, ¿Qué mensaje sería?

Que todos se diviertan. Que recuerden que la vida no es tan seria. Suelten las cargas que se imponen. Recuerden que la música es el gran conector, pero nosotros somos comunidad: ámense, cuídense, escúchense.

El mayor acto de sanación es sanar juntos y estar al servicio del otro.
Sacúdete el drama… y baila como si fueras divino.

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